Pero por mucho tiempo el racionalismo propio de una sociedad “desencantada” como la del gran dinero, -la de los innombrables de este país, asaltando los primeros cargos de la nación, como la rectoría de la UN, – desplazó por irracionalistas a la magia , la intuición y el mito. Sin embargo, estas dimensiones están ahí y se hacen cada vez más presentes y visibles en los movimientos revolucionarios del nuevo milenio, con la urgente reconstitución política de la identidad indígena contrapuesta al criollismo opresor.